Chávez y el petróleo (I parte)

Por Rafael Ramírez / Embajador de Venezuela en la ONU

Reflexionar sobre el legado de nuestro querido Comandante Chávez resulta una fuente permanente de enseñanzas para nosotros, para el pueblo venezolano, ese pueblo humilde, joven, trabajador, obrero, militar, soldado, el pueblo que quedó, como todos, atónito y desgarrado con su partida física, hace ya cuatro años.

Hay que decirlo, y así será reconocido siempre, nuestro Presidente Chávez “rasgó las tinieblas en un segundo” y en un período de intenso trabajo, en una actividad incesante y premonitoria, hizo más que nadie en nuestra historia reciente para cambiar desde la raíz el sistema político, económico y social imperante. 

Era una necesidad ante el desgaste asfixiante y violento de la Cuarta República y el estruendoso fracaso de un capitalismo rentista y profundamente dependiente de la economía norteamericana, que nos reducía al triste papel de ser un satélite de la potencia más poderosa del hemisferio, como lo afirmaba el maestro DF Maza Zabala.

Nos tocó librar junto a Chávez, bajo su comando, con su irrestricto apoyo, la batalla por el rescate de nuestra Plena Soberanía Petrolera. Uno de los capítulos más importantes de la historia contemporánea, que permitió, por una parte, abrir los causes para cimentar un modelo inclusivo y participativo, y por la otra, tener la posibilidad cierta de construir una visión diferente de desarrollo y de sociedad: el socialismo.

La historia de nuestro país ha estado signada por el petróleo. 

Desde principios del siglo XX, todos los acontecimientos políticos, económicos y sociales han tenido que ver con la actividad petrolera. La imposición de feroces dictaduras, la entrada y expansión del imperialismo norteamericano en nuestra patria, con sus transnacionales y agentes económicos, la instauración de un modelo profundamente injusto y expoliador de nuestras riquezas, caracterizado por la actividad minero-extractiva. 

El abandono del campo, un sistema social excluyente y la formación de terribles concentraciones de miseria en las grandes ciudades, mano de obra desocupada tras la expectativa de obtener algo de la renta petrolera, fueron algunas de las consecuencias de este modelo impuesto. 

Por otra parte, a la sombra de la renta petrolera, surgió una burguesía sin conciencia de su rol nacional, un sistema capitalista atrasado y deformado que se encontraba entre la actividad semifeudal de los terratenientes, y una economía terciaria, importadora, especulativa con escasa actividad industrial. 

Estos grupos económicos desarrollaron mecanismos en todos los ámbitos para apropiarse de la renta petrolera, viviendo y corrompiendo al Estado para obtener jugosas prebendas y constituirse en una élite parasitaria, fundamentalmente asociada a las compañías extranjeras.

Artículo de opinión de www.panorama.com.ve