Un salto al vacío por Rafael Ramírez
Rafael Ramírez embajador de Venezuela ante la ONU
Nuestro país, lamentablemente, vuelve a ser sacudido por la violencia. Lo advertí en el último artículo, nos debatimos entre el cielo y el infierno. A esta altura, nuevamente, nuestro pueblo y sociedad se han visto afectados por la violencia en las calles de algunas de nuestras ciudades: Caracas, Maracay, Valencia, San Cristóbal, estremecidos por las muy tristes imágenes de las víctimas y por el luto que embarga a esas familias, para ellos todo mi sentimiento de solidaridad y condolencias, es intolerable que esto siga ocurriendo.
El libreto de la violencia y sus actores, ya es reiterado y conocido por todos. Los factores de oposición, llaman nuevamente, de manera irresponsable, con toda impunidad, al ejercicio de la violencia. Alentados y estimulados desde el exterior, y no solo desde Miami o Washington, sino también desde Bogotá, Lima, Madrid y otras capitales de gobiernos de derecha.
En esos países tienen sus espacios los sectores políticos y grupos económicos que conspiran, no desde ahora, sino desde el inicio de nuestra Revolución Bolivariana, contra nuestro país y nuestra decisión soberana de avanzar en un proceso de transformación política, económica, social, una revolución, que debe, en el discurso y los hechos, orientarse hacia el socialismo.
En estos acontecimientos violentos hay distintos grados de responsabilidad política y criminal: hay promotores, instigadores y ejecutores.
Desde la OEA, Almagro, al margen de sus competencias y en violación de los procedimientos de este organismo, sin ningún tipo de ética, ni moral, ha propiciado la injerencia y ha estimulado a los sectores violentos de la oposición venezolana, los ha recibido en la sede del organismo, les ha dado tribuna en una clara violación de los principios de la organización y en un evidente desprecio por la soberanía de nuestro país.
Almagro actúa como vocero de los intereses norteamericanos y de la extrema derecha de la región, prestándose para promover una acción contra nuestro país, al más puro estilo de las tristes actuaciones de injerencia de este organismo en los años cincuenta y sesenta, con terribles consecuencias para nuestros pueblos, como las vividas en Guatemala y en República Dominicana.
Así, desde la OEA, se ha instigado a la violencia, se han promovido actuaciones políticas claramente orientadas a una confrontación entre venezolanos, al promover la desestabilización del país y darle protagonismo a los más recalcitrantes dirigentes del odio. Allí, desde los espacios de esta tristemente célebre organización regional tutoreada por el país más poderoso del norte, no hay opiniones ingenuas, ni casualidades. Todo es parte de un plan.
A lo interno, la oposición y sus partidos de extrema derecha, siguen abusando de las expectativas de sus partidarios y de las preocupaciones que forman parte de la coyuntura nacional. Es insólita tanta irresponsabilidad y cobardía de estos personajes. ¡Qué poca calidad política y humana las de estos autoproclamados dirigentes de la oposición extremista y violenta! No tienen mensaje, ni contenido, ni propuesta alguna. Solo alimentan el odio, la revancha, la manipulación mediática. Incitan a la movilización de sus partidarios, sobre todo de la clase media en las ciudades y luego se desaparecen de la escena, se ponen a buen resguardo, no asumen responsabilidad por las consecuencias de sus acciones, los muertos los ponen otros. Como lo hicieron el 11 de Abril de 2002, cuándo llevaron a sus partidarios a una trampa montada por ellos mismos con sus francotiradores, quienes actuaron con saña y premeditación de mercenarios. Los llevaron a un salto al vacío.
Los principales partidos instigadores de la violencia tienen la misma raíz de extrema derecha, estrechamente vinculados a lo peor de la oligarquíay de los intereses transnacionales, sus dirigentes tienen la misma conducta cobarde y fascista del 11 de Abril de 2002. Si la actuación de estos personajes no tuviese consecuencias tan negativas para el país y trágicas para las víctimas, ni siquiera merecerían ningún comentario, son un grupo de personas muy ambiciosas, con mucho apoyo económico que manipulan a su conveniencia a los sectores contrarios al campo Bolivariano, mienten descaradamente sobre sus verdaderas intenciones, que son mezquinas y anti nacionales. Abusan de nuestra Constitución y leyes, de los amplios espacios de expresión política que las mismas consagran, a veces llaman a elecciones, otras al golpe de estado y muchas veces a “expresar su arrechera” sin importar los resultados.
El 19 de Abril se expresaron en la calle dos posiciones políticamente antagónicas, hasta allí todo está en el marco de nuestra Constitución y garantías del Estado a sus ciudadanos. Pero luego, y justamente aprovechando la masa opositora, comenzó el accionar violento de grupos encapuchados estimulados y coordinados por dirigentes irresponsables que están sedientos de poder y harán lo que sea para obtenerlo.
Estos grupos y sus dirigentes han recurrido a un tipo de violencia desenfrenada, sin límites, irracional, que busca crear terror en la ciudadanía y en sus propios vecindarios. Se desplazan de un sector a otro escondidos detrás del anonimato de la capucha, reciben instrucciones criminales como las “guayas” para decapitar motorizados, arrojar objetos contundentes desde los edificios o hacer uso de armas de fuego.
La violencia tiene una dinámica propia, siempre terrible, con consecuencias normalmente trágicas. Se producen entonces actos irracionales que hablan mucho de las motivaciones y sentimientos inhumanos de sus perpetradores, como por ejemplo intentar entrar, atacar e incendiar el Hospital Materno Infantil del Valle, en Caracas, o las golpizas que los manifestantes de oposición han propinado a todo aquel que parezca del campo Chavista, con un importante sesgo racista y fascista.
Esta violencia desenfrenada da mucho que pensar: ¿Cuáles son las intenciones reales? ¿Qué se persigue? ¿Dónde están los dirigentes de la oposición? ¡Que den la cara! ¿Hasta dónde quieren llegar? ¿Quiénes están detrás de estos actos de odio? ¿Se imaginan por un instante que esta gente tomara el poder en Venezuela? ¿Qué pasaría con el petróleo, PDVSA, las Fuerzas Armadas Bolivarianas, las Grandes Misiones de Chávez, los Consejos Comunales, nuestra Soberanía? Sería un salto al vacío.
Extraído de Panorama